Tenemos clara conciencia que el ejercicio de la Medicina es una actividad con riesgo y de riesgo y en consecuencia, debe asumirse que en las atenciones de salud hay una exposición permanente a la ocurrencia de eventos adversos.
Es claro entonces que la problemática que nos ocupa es una cuestión Médica y no de otro orden y este principio básico no es admitido fácilmente.
En efecto, aún hoy, hay dificultades en asumir la ocurrencia de dichos eventos adversos y por ende, ello genera dificultades o directamente la falta de adopción y aplicación de mecanismos de prevención y gestión de tales riesgos
Hoy en día debemos admitir que la sola defensa de la reforma legislativa en materia de hechos que derivan en responsabilidad extracontractual no alcanza para llegar al seno de la crisis en el área de la responsabilidad médica.
En tal sentido debemos considerar en primer lugar, que es el Sistema de Salud el que debe atender los motivos por los cuales los pacientes demandan a las instituciones de salud y a los profesionales y concentrarse en los aspectos claves de la seguridad del paciente y de la comunicación.
Sin duda que el deseo de las Instituciones y de los profesionales es reducir la cantidad de demandas por responsabilidad médica y en ese marco se debe comprender que es necesario un nuevo esfuerzo con base a dos principios fundamentales:
1) Se debe defender con vigor la atención médica adecuada.
2) Aprendiendo de los errores se logrará reducir las lesiones ocasionas a los pacientes y, por lo tanto, las demandas.
Otro deseo entre tantos, aunque a otro nivel, pero también de valor fundamental, lo constituye establecer un Baremo único.
Una acción proactiva, tal como hemos titulado esta presentación, es que por parte de los agentes de salud, ya sean instituciones y/o profesionales individuales, se implemente un proceso riguroso para dar respuesta a la pregunta clave: ¿la atención brindada fue razonable o no?
Si la respuesta es sí y si no se ha cometido un error, se le dará al paciente una explicación exhaustiva.
Asimismo, se debe poner más énfasis en la comunicación con el paciente y en la seguridad del mismo y esto incluye optimizar la atención clínica, mejorar el proceso del consentimiento informado, implementar un fuerte sistema de revisión por pares, ayudar a los pacientes a enfrentar resultados no anticipados y establecer expectativas realistas para el paciente.
Prudencia adhiere a la puesta en marcha de un sistema con indicadores de calidad clínica y una buena recolección de datos para que las Instituciones puedan identificar los faltantes o ausencias y los patrones que derivan en problemas. Más aún, en concretar un sistema de revisión por pares que sea “real, honesto y robusto”.
Con demasiada frecuencia, los profesionales caen en la trampa del síndrome de ‘por suerte no me tocó a mí, cuando en realidad el enfoque correcto debería ser considerar si el paciente ha recibido una atención adecuada en todos los aspectos del proceso, lo cual sería más objetivo.
Dentro el mismo orden, otro aspecto de trascendencia y al que habitualmente se hace referencia, es el referido al concepto de calidad y de estándares de calidad de los servicios.
El debatir sobre estos conceptos ha permitido que se haya modificado en otros países, por ejemplo, la práctica de la cirugía y está comenzando a modificarla también en el nuestro.
El concepto de estándar de calidad es un nivel de calidad que resulte aceptable; no hay excelencia porque la excelencia es marketing, según las palabras dichas por el ex presidente de la Asociación Argentina de Cirugía, doctor Alejandro Oria al referirse a este tema.
Pero esto no es inamovible ya que este nivel de aceptabilidad, no obstante, se puede ir mejorando.
Continuando con el ejemplo de cirugía y que en realidad es aplicable a todas las especialidades, la calidad en cirugía depende de la estructura y el proceso.
La estructura está relacionada con la infraestructura física que conforma el marco para el desempeño profesional del cirujano.
Sin embargo, si bien la estructura per se es importante en cirugía, lo es aún más el proceso, que se define como la interacción que hay entre la estructura, los profesionales y el paciente. Es esta definición la que lleva a distinguir entre procesos simples y procesos complejos en la especialidad.
Estas reflexiones nos llevan a repensar el concepto de estándar de calidad cuyo nivel de aceptabilidad, como ya dijimos, se puede ir mejorando.
Y a modo de ejemplo, referimos el caso de la Asociación Americana de Cirugía que para mejorar sus promedios de resultados inició un programa de calidad que surgió de las inquietudes de los mismos cirujanos.
¿Qué fue lo que hicieron?
Midieron las tasas de mortalidad en diferentes especialidades de cirugía y, dispuestos a mejorar, modificaron el proceso y la interacción.
¿Cuáles fueron los resultados?
Lograron que las tasas de mortalidad se redujeran.
Cuando señalamos lo importante que resulta hablar de estos temas nos referimos al desarrollo de estas y otras acciones en las que Prudencia ha acompañado y acompaña a sus asegurados.
Recordemos en este sentido que Prudencia desde el reinicio de su actividad en el año 2002 a puesto especial atención y esfuerzo es los aspectos que hacen a la Administración del Riesgo, única forma al día de hoy para minimizar la exposición al riesgo.
Y en este sentido es momento oportuno decir que Prudencia acompaña a sus asegurados en la puesta en marcha, si corresponde, y desarrollo de la Administración del riesgo, concepto reiteradamente mencionado y no siempre aplicado. En nuestro caso en diferentes foros médicos, de seguros e institucionales hemos mostrado cómo podían emplearse los resultados surgidos de una correcta Administración de Riesgo de las propias instituciones médicas para que, en definitiva sean ellas mismas las que puedan implementar las acciones correctoras pertinentes.
Asimismo, el atender y analizar los incidentes médicos y reparemos que no decimos siniestros, entendiendo por incidente al hecho que no ha superado esa consideración, es decir, no hay ninguna acción legal iniciada, ni siquiera un carta documento o una queja formal, simplemente el estar atento para “descubrir” situaciones de descontento o potencialmente conflictivas por el hecho médico en sí, permite establecer un “mapa” de incidentes que en la reuniones que hacen a la Administración de riesgo se ponen en blanco y negro, siendo ésta la única forma entonces que todos los estamentos institucionales sepan la ocurrencia y características de los mismos y en conjunto buscar la metodología para evitar su reiteración.
Vemos que una correcta Administración de riesgo trae aparejado un mejoramiento del servicio que la institución presta junto con su cuerpo profesional y no profesional, siendo en definitiva un elemento de Calidad Prestacional Institucional.
A modo de ejemplo y para poner de manifiesto claramente que cuando hay un fuerte compromiso de todos los miembros que integran una institución de salud, directivos, profesionales, personal administrativo, etc., se logran resultados como los que mostramos en la tabla siguiente partiendo únicamente del análisis en un número estadísticamente significativo de las historias clínicas ya archivadas:
Análisis de Historias Clínicas
Vemos claramente reflejadas en la tabla la situación en tres períodos: el año 2006 era el de base y cómo estaban confeccionadas las historias clínicas; luego de dicho “estado de situación” se analizaron en conjunto con todos los estamentos institucionales y vemos cómo se pudieron mejorar los índices al 2008, pero también la tabla muestra que este es un trabajo constante, de todos los días, que debe prolongarse en el tiempo, ya que en el año 2010 algunos índices muestra un retroceso.
Para finalizar debemos tener siempre presente que sobre la base del conocimiento, la principal herramienta que tiene el médico es la comunicación con el paciente.
Dr. Tito L. Tomassini
Prudencia Cía. Argentina de Seguros