Especial para El Seguro en acción
Como toda institución económica, el seguro cumple una importante función en este campo, pero también otra no menos importante, en el sector social y humano. Algunos autores han puesto el acento en su naturaleza económica y financiera, mientras que otros han señalado su alto valor en cuanto a los riesgos personales.
Se trata de una forma superadora del ahorro, porque por este medio se posibilita la reposición de lo dañado, destruido, robado, como asimismo financiar una erogación imprevista o involuntaria.
Evidentemente, el seguro constituye también una forma de ahorro, pero altamente superadora de este tipo de previsión la cual, para poder cumplir su función reparadora, debería mantener fondos “líquidos”, sustraídos al giro de la actividad y vida normal del amenazado y su grupo familiar.
Desde un punto de vista económico, podríamos definir al seguro como una forma de ahorro con fines determinados, mediante la cual se transfieren a costo parcial, los efectos económicamente adversos, producidos por determinados hechos previstos.
Podríamos decir también que, en algunos riesgos patrimoniales, el seguro constituye un complemento de las amortizaciones o asignaciones para la desvalorización natural del capital fijo, proveyendo un valor de remplazo para la desvalorización accidental, por danos involuntarios y por supuesto, también por la destrucción total o sustracción de determinados bienes.
Aspectos técnicos generales.
Desde el punto de vista jurídico y patrimonial, el seguro es un contrato oneroso, concertado entre una persona física o jurídica, con una empresa especializada, mediante el cual se transfieren al asegurador, en determinada medida, los efectos económicamente adversos, provocados por ciertos riesgos, independientes de la voluntad del afectado.
El seguro ha tenido un origen puramente empírico, El seguro nació de la observación de determinados hechos que se producen con cierta frecuencia y grado de intensidad, dentro de una masa de personas o bienes, a quienes potencialmente los afectan.
El desarrollo de las ciencias matemáticas y estadísticas en el Siglo XVII, fue dando fundamente científico a la observación empírica del comportamiento siniestral. A partir de entonces, se va desarrollando el seguro sobre bases matemáticas y estadísticas, y se llegó así a medir la frecuencia e intensidad de determinados hechos dañosos, sobre grandes números de amenazados por determinado tipo de daño.
A partir de estos principios científicos, se define la base matemática y estadística del seguro, estableciendo que determinados hechos que provocan cierto tipo de daños, se producen con determinada frecuencia en el tiempo y medible intensidad en sus efectos dañosos, en un gran número de casos. Se trata de la denominada “Ley de los grandes números”, que es la base matemática y estadística del seguro.
Estos principios determinan que la operatoria aseguradora necesite funcionar en cada ramo, con el mayor numero de operaciones y con valores lo más homogéneos posibles. El volumen de la cartera en cada ramo, depende de factores de comercialización y de la naturaleza de los riesgos, ya que determinadas actividades importantes, son poco numerosas, con altos valores asegurables y grandes complejidades en materia de propensión a los diferentes riesgos que soportan.
El tema de la homogenización de los valores a riesgo, se soluciona a través del reaseguro y en algunos casos con el coaseguro. El tema del reaseguro determina la necesidad de realizar en cada ramo un análisis de la composición cualitativa de la cartera y especialmente su volumen, composición y comportamiento siniestral histórico.
En el caso de los Seguros de Personas, especialmente en el ramo Vida, el seguro cuenta con amplia experiencia siniestral y una base técnica y estadística muy amplia. Sin perjuicio de ello, en estos seguros funcionan dos factores contrapuestos, Por un lado el adelanto de la ciencia médica, va generando un permanente mejoramiento de la esperanza de vida, pero por otra parte, la complejidad y peligrosidad de determinadas actividades productivas, de los medios de transporte y del estrés diario en las grandes ciudades, van neutralizando los efectos de ese progreso.
Estos factores tecnológicos negativos, se presentan en materia de accidentes del trabajo, enfermedades profesionales y las enfermedades-accidente.
Las tarifas.
Cerrando este panorama general, haremos un breve análisis del tema tarifario, aclarando que en todos los casos en que nos ocupamos del tema de las primas, nos referiremos a las Primas de Tarifa, vale decir, la Prima de Riesgo más ciertas cargas. En la comercialización diaria del seguro, se aplica la Prima de Tarifa con cargas especiales no técnicas, que es la Prima de Póliza.
La Prima Pura (o Prima de Riesgo) es el valor actual del riesgo futuro cubierto, calculada en función de la frecuencia e intensidad estadísticamente observadas respecto de cada tipo de riesgo y clase de bien cubiertos. En la práctica, esta prima no se conoce directamente, porque el seguro opera sobre la Prima de Tarifa y, si el bien a cubrir no está previsto en las tarifas de uso diario, se crea una tasa por comparación con algunos riesgos semejantes o con consulta al reasegurador en casos importantes.
La Prima de Tarifa, es la Prima de Riesgo destinada a solventar en primer lugar el costo de los siniestros y los gastos y honorarios de liquidación, pero también una parte está afectada por la participación que teóricamente le corresponde respecto de los gastos de administración de la aseguradora. Estos gastos son muy variados, comprendiendo sueldos, viáticos, gastos de funcionamiento diario, publicidad, papelería y todas las erogaciones propias del desenvolvimiento de cualquier empresa.
Dentro de la prima, una parte está destinada al pago de los gastos de adquisición, compuestos en primer lugar por las comisiones que perciben los productores y organizadores, los honorarios profesionales y en general, todo el costo comercial de la aseguradora.
Teóricamente, las primas cobradas podrían contener además, un “margen de seguridad”, destinado a absorber determinados desvíos respecto de las erogaciones previstas, que se pudieran producir en el desenvolvimiento de las operaciones, en cualquiera de los rubros ya mencionados.
En el desenvolvimiento de nuestro mercado, por distintas causas relacionadas con la aparición de nuevos costos operativos, se han autorizado a través del tiempo determinados “recargos” sobre las primas de algunos ramos o de la totalidad de las carteras, además del “adicional financiero” cobrado en cada póliza con pago diferido (en cuotas) de la prima respectiva. Esto significa que, en caso de pagarse al contado la prima, no corresponde cobrar el adicional ginanciero.
Adicionales y recargos
Ya que hemos mencionado los conceptos “recargo” y “adicional financiero” vamos a aclarar el significado de estos términos.
Como dijimos anteriormente, el adicional financiero es un interés cobrado en virtud del
crédito otorgado para el pago diferido de la prima, y constituye una carga con doble motivación. Por una parte intenta restablecer la rentabilidad que podría obtener el asegurador, invirtiendo el importe de la prima cobrada en término. Otro destino puede ser su utilización, en todo o en parte, para otorgar determinados “plus” a determinados productores.
En la actualidad y en nuestro mercado, a la prima y recargo deben adicionarse impuestos (IVA) y contribuciones y tasas. Por ejemplo, la Tasa Uniforme destinada al desenvolvimiento de la Superintendencia de Seguros de la Nación, la contribución para la Obra Social, etc.
Ariel Fernández Dirube
Consultor y docente