Nota del editor:
Con motivo de nuestro Informe “LOS SUPERINTENDENTES, LOS VICES, LOS REEMPLAZOS…”, un reconocido profesional del mercado, Don Ariel Fernández Dirube, querido amigo de la casa, y de quien tuvimos el placer de publicar 22 colaboraciones en El Seguro en acción, tuvo la gentileza de hacernos llegar un comentario que reproducimos a continuación, abordando parte de la historia de la biblioteca de la Superintendencia de Seguros.
Atento que cierra su envío con una consulta sobre la situación actual, consideramos oportuno transformar dicho comentario en una nota específica, por tratarse de un tema de interés general y de una cuestión pendiente, de suma relevancia.
Vamos a ello.
ASÍ SE ESCRIBE LA HISTORIA…
(el comentario original)
Raúl:
Te mando este comentario, aportando un dato que me parece interesante.
En la SSN hace ya un tiempo, desapareció la Biblioteca, que fue (junto con la del IRB), la más importante de Latinoamérica en el ramo (cuando sólo había máquinas de escribir para hacer los trabajos).
Yo ingresé en la SSN a fines del 1945, con 20 primaveras, y fui derivado a la Biblioteca, donde durante cuatro anualidades, aprendí la base de todo lo que he podido ir sabiendo a lo largo del tiempo.
El Sector tenía un jefe y seis empleados, que realizaban las siguientes tareas:
* En las dos primeras horas de la jornada laboral, cada empleado tenía a su cargo la lectura de determinados diarios del país y de Latinoamérica (La Nación, La Prensa, La Nueva Provincia, Los Principios, Los Andes, El Intransigente, El Litoral, O Estado de Sao Paulo, el Mercurio y otros que no recuerdo ahora). Además cada uno tenía la lectura de Boletines Oficiales de la Nación y las Provincias.
* Se seleccionaban las noticias de siniestros importantes ocurridos e informados en los diarios leídos y las Leyes o Decretos, publicados en los Boletines Oficiales de cada jurisdicción, que tuvieran relación con temas económicos, impositivos o políticos, que pudieran vincularse con el Seguro.
* Se recortaban los textos y se los individualizaba con el nombre de la publicación y fecha.
* El Jefe de la Biblioteca seleccionaba los textos y un empleado tipeaba en papel fino, un original y cuatro copias carbónicas.
* Las copias se mandaban al Súper, al Vice, al Jefe de Legales y al de Inspección. Cada uno de ellos pedía alguno de los recortes, para adoptar determinada acción sobre alguno de los temas.
* Se verificaban también las Convocatorias a Asambleas, la publicación de Balances, etc.
* Terminada esta etapa laboral, cada uno leía y fichaba temáticamente el contenido de los libros que se incorporaban a la Biblioteca y sobre todo, los artículos de las revistas extranjeras (españolas, italianas. francesas, alemanas, etc.).
* En muchos casos se disponía la traducción de algún artículo, tarea que estaba a cargo de los Traductores con los que contaba la Superintendencia.
Seguramente tenés alguna información sobre el tema, pero me pareció útil aportarte algunos de mis recuerdos sobre mi inicio en el seguro.
Un abrazo.
Ariel Fernández Dirube
Buenos Aires, 15 de enero del 2016
… Y ASÍ SE LA COMPLEMENTA
(la respuesta)
Gracias estimado Ariel por tu valioso aporte histórico y tus vivencias.
En punto a tu afirmación de que “en la SSN hace ya un tiempo, desapareció la Biblioteca”, no es tan así. Aunque, convengamos, la realidad no está muy lejos de ello: existe un solo empleado dedicado al tema, falta espacio físico y control de los libros, etc.
Pero como, además, pedís alguna información sobre el tema, paso a contestarte, de paso ilustrar al lector, y aportar al mercado el panorama de una cuestión que, a mi juicio, amerita ser abordada institucionalmente.
Vamos a mi experiencia en la materia.
Recuerdo perfectamente esa espléndida etapa de la SSN que mencionás y, de hecho, desde 1952 y hasta hace unos pocos años, en infinitas oportunidades utilicé ese recurso para informarme. Convengamos que la llegada de internet y, sobre todo de Wikipedia (en el 2000), cambiaron nuestros hábitos de lecturas y fuentes de información.
Pero, para no desviarnos del tema, me parece oportuno señalar que luego de la historia que exponés, la cuestión se fue degradando.
Hace 20 años, la biblioteca ocupaba toda la planta baja (sobre la calle Moreno), y en el entrepiso tenía asiento la colección completa de JURISPRUDENCIA ARGENTINA y LA REVISTA JURIDICA LA LEY, ANALES DE LEGISLACION ARGENTINA EL DERECHO, desde 1946 aproximadamente.
También existía una sala con carpeta de traducciones de libros sobre la temática SEGUROS, y una hemeroteca con colecciones de revistas de seguros y de economía, contables, y libros técnicos, etc. La biblioteca tenía una enorme sala de lectura silenciosa, atendía –mayormente- a productores que consultaban publicaciones del mercado asegurador y jurisprudencia, y tenía también como usuarios a profesores universitarios e investigadores, además de funcionarios y empleados del Organismo.
En 1997 se comenzó a ingresar el material bibliográfico (en varios idiomas) de la colección, con dos pasantes de la Universidad (con asistencia del Centro de información y documentación del MECON), en formatos normalizados (CEPAL). En software se usaba MICROISIS (hoy winisis). Una pasante ingresaba monografías (libros) y el otro, revistas. Se llegaron a ingresar 4.400 libros y se ordenó la hemeroteca, sacando los paquetes de revistas y ordenándolas en el estante, de forma tal que quedaran accesibles al público.
Cuando ingresó la administración Medone (2009), se desocupó la sala que ahora ocupa el conmutador, en donde se encontraban -entre otras- las colecciones completas de REVISTA BOLSA DE COMERCIO (lujosamente encuadernadas); MEMORIAS ESTADISTICAS DEL INDEC; Y MEMORIAS ESTADISTICAS SSN; REVISTA ASSICURAZIONE (ITALIA); THE REWIEW; THE SPECTATOR (UK); y gran cantidad de carpetas con traducciones mecanografiadas.
Se informó que ese material era llevado a un depósito externo (calle Sarandí), en el cual cada gerencia tendría un espacio asignado. Un año después, cuando alguien fue a buscar un material solicitado, se encontró con que gran parte de las obras estaban en un espacio de cinco metros cuadrados, en un sótano con pérdida de agua, gran parte de ellas arruinadas por la humedad…
En la administración Durañona (2010), fue desocupado todo el corredor, que contenía los repertorios jurídicos, y luego fue el turno de la hemeroteca (una magnífica colección de revistas del seguro), para ocupar ese espacio con una mesa de ayuda informática con 10 puestos de trabajo. En el 2013, ese lugar fue asignado a la Subgerencia de Relaciones con la Comunidad (DOAA).
Esa es parte de la historia, que esbozo en grandes pinceladas.
En la actualidad, requieren la biblioteca principalmente, productores en búsqueda de bibliografía para los PCC, o la cursada para obtener la matrícula, alumnos (universitarios y terciarios) próximos a graduarse (buscando material para tesis o monografías), y también –de tanto en tanto- algún visitante proveniente de América latina…
EL PROYECTO INCONCLUSO
Allá por principio del 2013 aproximadamente, y por mi rol de asesor externo en Cultura Aseguradora, el licenciado Bontempo me encomendó un Informe respecto de este asunto.
Para no entrar en detalles secundarios, expongo lo esencial:
- Mantuvimos infinidad de reuniones con distintos funcionarios del Organismo, al principio en tren de relevamiento, y luego para armar un proyecto orgánico (De allí he tomado algunos de los apuntes volcados en el capítulo anterior).
- Paralelamente, consultamos a distintos especialistas en la materia.
- Asimismo, el superintendente recibió al doctor Horacio Pedemonte, hijo del gran historiador del seguro argentino, el Dr. Gotardo Pedemonte, con quien analizó distintas cuestiones. El invitado comprometió su apoyo y conocimiento en la materia, y el licenciado Bontempo le anticipó su intención de que la futura biblioteca llevara el nombre de su padre, lo cual aceptó complacido. Al propio tiempo, le informó que la Sala de Lectura sería nominada como “Dr. Augusto José Vázquez”.
- El proyecto de reconversión (así fue llamado) preveía, a tono con los tiempos, la conformación de una biblioteca incorporando audios, videos, etc.
- Asimismo, me comprometí a que, a mi muerte, mi biblioteca y documentos pasarían a la SSN, y obtuve el mismo acuerdo de parte de varios profesionales del mercado, si el proyecto se llevaba a cabo.
- Pero (siempre hay un pero…), la falta de espacio físico adecuado, que por cierto había que buscarlo fuera de Julio A. Roca 721, se convirtió en una traba importante, que fue demorando el proyecto de una manera impensada.
Obvio cantidad de cuestiones colaterales, en mérito a la brevedad, pero esta es la síntesis imprescindible.
Lo cierto que es que ya a mediados del 2015, se entendió que el tiempo restante hasta el cambio de administración a principios de diciembre (en todo momento el Lic. Bontempo nos señaló su decisión de retirarse, cualquier fuera el resultado electoral), aconsejaba suspender el proyecto. Y así fue, lamentablemente.
Como sabiamente dijo Aristóteles, la única verdad es la realidad. Y a ella hay que atenerse.
Raúl Jorge Carreira
Interesante e importante artículo.
Como siempre, agradecido al profesor Fernández Dirube, que siempre nos «despierta» con sus conocimientos.
Agrego a esto la aclaración más que elocuente de Raúl.
También me duele el destino del archivo.
Saludos cordiales.
Víctor Fratta
Espero que esta administración con celeridad disponga el lugar de la biblioteca.
No podemos perder la oportunidad de contar con tan valiosa información.
Mariana Beatriz Rodriguez (PAS)